Abstract

Durante la preparación de los Juegos olímpicos de los Angeles, la tranquilidad fue la nota dominante. Lo que llamó la atención, de vez en cuando, fueron los precios vertiginosos de acceso y la hipercomercialización de los Juegos de la 23ava Olimpiada, sobre todo comparado con el período de hace cuatro años, cuando los Juegos de Moscú, consiguieron un espacio de preferencia en la prensa durante cuatro meses a causa de un amenazador boicot occidental. La esperanza de que ya no se plantearían más problemas en torno a los Juegos duró hasta mediados de mayo.

Entonces, y de una manera totalmente inesperada, la Unión Soviética decidió no participar en los Juegos Olímpicos de Verano en los Estados Unidos. Se hicieron todo tipo de especulaciones en cuanto a las verdaderas causas y razones de esta decisión. Había una cosa que parecía cierta: la decisión tomada era una cuestión de alta política. A raíz de su acción de boicot siguieron a Rusia toda una serie de países pertenecientes al bloque del Este. Sólo Rumania y Yugoslavia se abstuvieron de seguir a Moscú. En el caso de estos últimos no se trata de una casualidad que los países que pueden seguir una política más independiente sean los mismos que lo son también en materia deportiva, ya que el deporte es casi siempre un instrumento político.

Para muchos miembros del Comité Olímpico Internacional la maniobra de la Unión Soviética, después del boicot americano de 1980, aunque fuese solamente el segundo signo, demostraba la existencia de un cierto entrelazamiento entre el deporte y la política. En este artículo nos gustaría demostrar que esta constatación ha llegado desgraciadamente tarde, pues este hecho existe desde hace tiempo. De varias maneras y a varios niveles la relación entre la actividad deportiva y la política siempre ha sido intensa. (La politica es una concepción amplia que se puede circunscribir en términos muy vagos, como todas las actividades necesarias para la creación, el seporte, la inflexión y el socavamiento de ciertos objetivos de formación).

Admitimos que no necesitamos ir hacia atrás hasta nuestros ancestros griegos para conocer esta relación. Algunos románticos, contemplando las historias relacionadas con loé Juegos Olímpicos modernos tienden a volver la vista hacia los antiguos buenos tiempos griegos. Incluso hace poco que han salido libros que glorifican los Juegos Griegos. Con todo nuestro respeto, el tratamiento dado a estos aspectos queda muy confuso.