Abstract

Estoy convencido que, y como yo otros muchos, se habrán preguntado cómo es posible que un ser humano pueda llegar a saltar 8,90 mts. en longitud o 2,41 mts. en altura, por citar dos ejemplos de hazañas deportivas que constituyen en estos momentos otros tantos récords del mundo. El interrogante casi queda sin respuesta cuando comparamos estas marcas con los casi 4 mts. o 1,30 mts. que la media de nosotros sería capaz de lograr en cada uno de los saltos. Sin embargo los datos son reales y hoy casi se conocen las respuestas. Al margen de las portentosas capacidades potenciales de los atletas que ostentan dichos récords, que les diferencian de la población normal, del mismo modo que entre sí y del resto de los campeones de otras disciplinas, los actuales métodos de entrenamiento permiten obtener rendimientos sorprendentes en los deportistas. Ello ha sido posible merced al soporte científico día a día en aumento. En síntesis, el entrenamiento deportivo se estructura en dos grandes apartados o fases. «Mejora de las capacidades del sujeto» y «Optimización de las capacidades en función del objeto deportivo propuesto». La técnica deportiva es en sí misma un exponente del proceso de optimización. Como Donskoi señala: «La técnica deportiva es la forma de la acción motora, en la actividad deportiva, dirigida al logro de un alto resultado». ‘Siguiendo al mismo autor, «una buena técnica garantiza la solución de la tarea motora con el mejor aprovechamiento de las posibilidades físicas y técnicas del deportista, para el logro de un alto resultado deportivo».