Abstract

En nuestra sociedad los mensajes audiovisuales son constantes y nos llegan a través de los más diversos medios de comunicación, como lo son el cómic, el cine y la TV. Forman parte de nuestra vida cotidiana y han llegado, incluso, a modificar nuestro sistema de vida familiar, por lo que resulta —desde cualquier punto de vista— absurdo que en el medio escolar despreciemos la utilización de los MAV, en sus diferentes modalidades y posibilidades. Si bien es cierto que las nuevas generaciones están perfectamente acostumbradas a recibir multitud de mensajes audiovisuales a través de los más diversos canales, no lo es menos que su cultura audiovisual —en lo que se refiere a una educación de la mirada que les permita alcanzar una cultura perceptual adecuada— es totalmente insuficiente, lo que nos lleva en la mayor parte de los casos a ser incapaces de adoptar una actitud crítica ante la diversidad de mensajes audiovisuales. Así, es absolutamente imprescindible la adquisición de una mínima educación audiovisual que nos permita alcanzar una cultura perceptual suficiente. La imagen se hace cada vez más y más indispensable en todos los ámbitos y, especialmente, en un campo como el nuestro, en el que el cuerpo no sólo es nuestro medio de trabajo, sino también el lenguaje a través del cual nos expresamos y nos ponemos en relación con el medio que nos rodea. Es, en definitiva, nuestro más directo medio de comunicación. A pesar de la gran importancia que va adquiriendo el lenguaje de la imagen, las posibilidades de que disponemos para tratarla y analizarla siguen siendo sumamente escasas, por no decir nulas. Y no siempre es posible construir los mensajes deseados que la técnica, con sus enormes avances, nos permitiría y que facilitarían en gran medida nuestra labor. Sin embargo y pese a las dificultades, hay que afirmar que la imagen (de soporte magnético) en estos momentos ofrece un amplísimo campo de posibilidades de trabajo, que no debemos ni podemos desperdiciar.